Qué y si la luna repleta de versos relate un nuevo amanecer, donde somos testigos del eco que el tiempo nos devuelve en un bumerán de sueños rotos. Disfrazaríamos nuestro propio atardecer, antes del sol esconderse. Esperaríamos la noche en un portal de fragatas y un beso ciego juntaría las coplas que no terminaron de escribirse.
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