esta inocencia,
y así llegar a tiempo
para decirnos todo lo que cabe en un poema.
Déjame verte el sol tatuado con palabras y hacerte un vestido a la medida de estos versos.
Déjame escucharte,
en los matices de tus sueños y temores.
Mirarte de frente
porque sé,
que lo definitivo no es el dolor, sino el amor que transita dentro de uno, cuando las cosquillas y los colores revelan tu aroma.
Dejemos que las estrellas encuentren el eco que surge entre las palabras,
un diálogo silente entre constelaciones,
con historias que solo nuestras miradas comprendan.
Déjame trazar líneas en el cielo nocturno,
cuando tu pelo se enrede
entre el viento y mis dedos,
formando la claridad de estas letras.